domingo, 10 de mayo de 2009

Palillos chinos, Paté de ganso azul y la sopa de fideos de Mamá


Cuando mis manos toman unos palillos mis dedos parecen un par de piernas largas y torpes tratando de dominar unos zancos, todo un acto de paciencia y concentración… bien podría hacerlo con algún cubierto o sin la ceremonia ésta de los palitos pero algo me dice que el banquete oriental perdería cierto toque, vamos, sería tan prosaico como pretender comer una torta o unos tacos con cubiertos, simplemente no checa, o aún peor; tomarte una caguama bien fría en bolsita con popote, ja, me imagino el cuadro y me produce cierto escalofrío.

La verdad no soy de esos mamones que se inclinan por gastronomías exóticas de países que muchas veces ni siquiera pueden más o menos ubicar en un mapa; tampoco de los que se meten a restaurantes donde los nombres de los platos en el menú fueron pensados para bilingües -o políglotas, en otros casos- y luego no tienen mucha idea de cómo pronunciarlos y los acaban enunciando pésimo o casi deletreándolos (Ejemplo: Me trae un cro-sánd por favor) o peor aún; de los que van a tal lugar porque está de moda, y como está de moda pues seguramente te harán esperar, te pedirán reservación, el capitán de meseros se sentirá capitán de aerolínea y los precios serán un tanto indecentes.

Siempre me he jactado de que tengo una panza sumamente social, se lleva con todo mundo, no es chocante ni elitista. Aclaro, tampoco me meto cualquier porquería pues no soy de los que ven un puesto de tacos y como por cosa de seducción se acercan y piden 5 de carnitas y una mirinda bien fría. Evito también franquicias de comida rápida; recuerdo que mi última vez en una donde vendían pollo rostizado fue hace como 3 años, neta, salí asustado, en algún momento –sin pensarlo- mi cubierto de plástico oprimió -con leve fuerza- ese muslote (casi blanco, tirándole a gris por dentro) y atónito vi cómo drenaba una generosa cantidad de aceite (de re uso, claro está) de mi ave empanizada. Desde entonces dije: no más ni jamás. Prefiero en todo caso unos ricos molotes, quesadillas o similares con radicales libres –también- pero al menos más nuestros, más ricos y sin seguir contribuyendo con mi dinero a una franquicia muy nociva para la salud.

Hace más de un año que dejé de vivir en casa de mis padres; mi Mamá cocina excelente, y no porque yo lo diga, la gente lo dice, además de que es una magnífica repostera. Y ¿saben? A parte de no verlos y echarlos de menos (porque ahora me vine a vivir a muchas horas de mi hermoso Oaxaca) de las cosas que más extraño son esas sopas de pasta o caldos de pollo que alivian el alma, los frijoles recién hechos, unos huevos por la mañana y todos esos manjares que por cotidianos a veces nos damos el lujo de hacerles geta. Confieso también que de hambre no me muero, me encanta la cocina y tengo buena brújula, pero esto de vivir solo y en un espacio algo pequeño no ayuda mucho, en fin, ya vendrán nuevamente los días de poner en práctica mis virtudes gastronómicas (¡quiobo!) y pasarla súper chévere mientras cocino algo insólito, me tomo una cerveza fría y oigo la música exacta de fondo.

P.D. Acepto envíos de comida casera hasta estos rumbos, yo pago el flete.

La de la foto es mi Mamá. Linda Mujer!

1 comentario:

IEBO dijo...

PINCHE LALIN COMO SIEMPRE HERMANITO TIENES UN BUEN COMENTARIO PARA ALGO. YA SABES SOY TU AMIGO FULIO DE FULLER DESEANDOTE A TI Y A TU BANDA TODOS LOS EXITOS DEL MUNDO, POR QUE YA SE LO MERECEN HAN PICADO PIEDRA DE A MADRES Y AHORA ES EL TIEMPO, LA NETA TODA LA PINCHE BUENA VIBRA BROTHER.