martes, 4 de noviembre de 2008

Yo Confieso:



Soy un sujeto desnalgado que anda por la vida con unos pantalones de mezclilla que, de no ser por cómo le cuelga la parte de las bolsas traseras se le verían bastante bien. No me importa mucho en realidad, sólo cuando me encuentro de pronto frente a un espejo – de esos grandotes- y me acuerdo de que por alguna fatídica razón carezco de ancas. No sé, supongo que puede ser genética pero tampoco me veo preguntándoles mis dudas biológicas a mis familiares un domingo por la tarde… ¿oigan jefes, y ustedes eran nalgones, o yo fui la excepción?

Quien sabe a qué se deba, tampoco creo que sea cosa de ejercicio pues lo hago regularmente, ahora que si se trata de pasar horas en el gimnasio para levantar el trasero pues francamente que hueva, vamos, prefiero perder mi tiempo en cualquier otra cosa a enclaustrarme en un espacio lleno de sudores, gases, vellos ajenos y mucha vanidad.
Por otro lado, admito que me dan cierta envidia aquellos de mi género cuyo trasero pareciera con algún tipo de relleno o royal, muchos ociosos consiguen tal efecto con horas de gimnasio y otros mendigos afortunados porque la genética los premió de esa forma, ni hablar, a todos la herencia nos favorece con diferentes virtudes.

Hay muchos desnalgados que rellenan las bolsas –traseras- de sus pantalones para que éstas consigan cierto volumen, se meten de todo; el celular, la cajetilla, la cartera gorda (tipo chile relleno), el pañuelo y ay andan bien contentos con su trasero ficticio por las calles. También otros se compran pantalones acampanados –o pegaditos- porque estos de alguna manera se las levantan pero a fin de cuentas, la dura realidad, es que tienen las naves como de paletero en bajada.

Aunque en mi opinión, los peores son los que se saben dotados y se sienten hechos a mano. Típico; se contonean al caminar, paran más su trasero, se compran pantalones ajustados y van por la vida con una cara de “hola mamis ¿ya vieron mi trasero? de lujo ¿no?” Patético, digo, una cosa es que tengas un buen par y otra es que te sientas superior por eso.

La cosa es que tengas o no, no darle tanta importancia. Si eres del club de los de cola corta pues bienvenido y si eres de los favorecidos pues bien por ti. Y ya sé que unas naves pueden abrir muchas puertas pero por otro lado también, que las neuronas no habitan en los glúteos, así que antes de preocuparte por tu escases trasera mejor alimenta con cosas buenas a tu mente para no andarte fijando en nimiedades. He dicho.

P.D. De todos modos inventaré una prótesis para la retaguardia y me haré millonario con ello… porque somos muchos los que padecemos de este sufrimiento.

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