lunes, 16 de junio de 2008

De perros, gatos y peces.


Que triste ha de ser vivir en una pecera, soy piscis y la idea no me cabe en la cabeza. Cada que veo a un pariente dando cientos de vueltas dentro de una bola de cristal me da la misma sensación de encierro. Ayer fui a un café y me senté justo enfrente de una, sólo tenía un pez, se veía desesperado… dio no se cuantas vueltas antes de que desviara mi atención. ¿Será un castigo divino? Si creyera en la reencarnación lo primero que me preguntaría es que pecado innombrable cometieron en sus vidas pasadas los que hoy viven en cautiverio, es una lástima. Que manía tan fea es esa de tenerlos encerrados y domesticarlos como con nosotros alguien más lo hizo pero para no hacer el cuento más largo ahí les voy…

De perros; me saca de onda la gente que no deja salir a sus perros a la calle, que los sobreprotegen. Entonces los hacen inútiles y el día que salen al mundo los atropellan en la primera esquina o se extravían y luego hay anda el dueño todo afligido pegando volantes en los postes donde ofrece jugosa recompensa por el paradero del PUFI; eso se hubiera evitado con dejarlo salir un poco desde cachorro con la debida vigilancia. También me trastorna un poco esa gente que tiene perritos y cuando digo “perritos” es en el sentido literal de la palabra. No sirven de nada, a no ser de compañía, eso si, dan mucha pinche lata y si no te fijas un domingo cualquiera mueren aplastados bajo tu trasero en el sillón de la sala. También hay quienes los visten con ropita ridiculísima y ñoña, los traen todo el día, los llevan en el asiento del coche, los dejan subirse a la cama, al comedor, etc. Digo; cada quien pero se ve demasiado mamila (¿o maniático?) y el día que entra el ratero hasta se los llevan de souvenir y lo peor; la mayoría de los dueños de estas mascotitas por alguna razón se esmerarán en mostrarte con orgullo las payasadas que sabe hacer LA PUCHIS en esa tarde desafortunada que se te ocurrió caer de visita y no te quedará de otra que poner cara de: hay que linda… se ve bien tierna.

De gatos; me encanta la finura de los felinos pero igual, hay casas donde al entrar lo primero que percibes es su penetrante olor a miados y cuando te paras del sillón te percatas de que tu pantalón negro está tapizado de pelos al igual que las botas del perro aguayo. Lo bueno es que los gatillos son difíciles de vestir con chambritas por ser medios ariscos y el dueño desiste de la obsesiva idea de ponerles un suetercito o una bufandita roja navideña.

De peces; se ven bien bonitos, sobre todo esos de colores metálicos y raros pero se me hace cruel tenerlos ahí dando vueltas durante toda su vida, es como si alguien nos subiera a un carrusel y ahí la pasáramos noche y día. Lo más pinche es cuando ves a un pez bastante choncho (calibre mojarra) en una pecera donde apenas y puede moverse. No se vale.

En fin, cada quien sabe por qué tiene una mascota en casa, a mi me gustan no lo niego, sólo que hay manías de nosotros los humanos que en lugar de darles una existencia digna los ridiculiza o coarta a mi acre modo de ver. Es curioso, también en los animales muchos suelen descargar sus traumas y obsesiones, en fin; la idea es que fuera de la sobreprotección y payasadas se les cuide y respete pues imagino que también han de sentir aunque los sabelotodos digan lo contrario.

P.D. Sería estupendo que todos los peces en cautiverio se chutaran la movie del Nemo, así no habría acuarios donde los venden sólo como un accesorio más para la casa. ¡freedom oh yeah!

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